23 de mayo de 2012

Hay muchas aves en Porlamar, acostumbradas a que compartan con ellas las migajas de pan. En días recientes, a las palomas se añadieron los torditos, esos negritos ladrones y altruistas!, que brillan como estrellas al sol. Hubo uno que se alzó hasta un árbol con un pedazo, lo picoteaba y sostenía para que no se le cayera, como le resultó duro, voló por allí cerca y lo dejó caer en un charco, lo ace...rcó en el pico a una pajarita -ella indiferente volaba con otro!-. Lo que vino después fue cautivador, él se esponjó, la arrinconó frente a la rueda de un carro y le dedicó una danza amorosa que incluyó abrir y batir de alas y cola -con viento despeinante además!-, movimientos a izquierda y derecha, una especie de reverencia adelante y atrás... una fugacidad para mi asombro!