30 de agosto de 2006

Marijosé Pérez-Lezama: Instante de permanencia desde el sur, por Milagro Haack









Una de las resonancias de un escritor es el escote de su infancia, de su modo de verter lo mágico de la misma, sobre todo cuando lo cósmico del arquetipo entra en juego para connotar ese idéntico arrojo donde asume el reto de la expresión escrita.

Siendo pariente del río, el cual abraza desde su nacimiento con hechizos sostenidos en la voz, siendo el río la fuerza de un Sur que le da permanencia ancestral, así vemos que el recorrido hacia los empieces, es un - Amo tus ojos/ víboras continentales /del río-, abriendo el sello ineludible de hembra y siembra desde la faena materna, -en un rito de humo adentro- el cual muestra el brío del río fundido al abrazo de -mi madre era criadora de caballos- y nos incrusta -fue muy buena amazona-; parentesco que hoy nos abre el universo poético de Marijosé Pérez Lezama, fiel instante de permanencia desde el lucífero Sur.

...
La vivencia sella el puente por donde la poeta muestra el camino ya en galope, sus versos son de un reconocimiento estético de fondo y no de forma, la cual va marcando su voz propia tallando la vida en la poesía. A su vez, nos regresa al nudo del río, con ese nervio fogoso que la sustenta desde la infancia: el Uyapari, y con su nombre ancestral, regreso, me acoplo al universo, abro su puerta para ir tejiendo desde la raíz la voz que me lo presenta como Girándula (fuego artificial de amor...):

Te acostaste
a morir lejos de mí
encaramada del río
de siete estrellas mudas
y
una girándula

no me quiero fantasma entrampado en tu sueño
devuelto al pez secreto del agua


Con la misma fuerza cruza el misterio, lo atrapa desde lo interno con una mixtura sensual, toma la estética para caer en el riego por la espalda de la época, viviendo entre dos mundos, siendo una cualidad que enaltece en el poema y a la vez a la poesía.

Se corona de agua, húmeda del río con ágil parpadeo entra con erizo de cascada hacia la imagen tal como Heráclito, a través de los arteros encuentros que la seducen plasmando signos recurrentes, cuando vierte cada huella que predica el miramiento de hacedora cayendo sola sobre el desnudo lienzo por Lastimadura:


Entraño tu corazón furtivo
erizado en mi cintura
g
o
t
e
a
n
d
o
memorias sangrientas
y
me enveneno
de turquesas sin retorno
noche a noche
boca
abajo

en la lumbre
y
el frío
de tus escorpiones flemáticos
en la guerra más íntima
de mi refugio en el viento
boca
arriba
por un día
(agua
y
arena el resto)


Ataduras, ..., entreviendo, observando el ojo por el cual retorna, pulsando surcos sin recelos de diosa, hembra, abrazando lo femenino sin mudanzas de alma, -sólo seduce- el Requiebro (a un gentilhombre)


Te quiero hasta los pájaros
más fuegos
miniaturas de tiempo
y
desnudos

estrellas sus plumas

s
o
b
r
e

m
í

hasta el horizonte de mi boca
incendiada en tus cabellos


Los arquetipos sellan mucho más lo sublime desde el umbral, sabe de lo efímero de su belleza, y corrida por el canto, rodea el alimento subterráneo, con el cual escudriña la tierra, su tierra-piel por donde se sumerge hasta el fondo del humano río, mojando el hilo natural que suelta la creciente del viento, rociada de sus encargos a través del agua hacia el semillero amatorio, pactando con los demonios, ya costera íntima de sus entretelas: Eglantinas:


Me tientas
allá
y
acá con almendras
y
~~~~ agua encendida
de sombra libertina
/////// quemando
la más bruja de mis ganas
con eglantinas verdes

(tardas en arder)
indiferentes a mi aire a morir


El designio del tatuaje que se entreve en los poemas, no son modismos, sino un rasgo de ofrenda revelando el sótano selvático donde se despoja la poeta, manteniendo la estética, su fuerza en el lenguaje con equilibrio de cazadora, conjugando alarmes por cada hendidura que roza con la savia sed de recolectora por donde encuentra el hallazgo lírico: Camelos:

Hay camelos profundos
~~~~~~~~~~~~~~ríos
ahogados eternos del mar

hay hombres alucinantes
trufas
chumberas en cola de alazán
y
mujeres con un cisne
entre las piernas


Lo metafórico, lo ancestral, lo conocido, la vivencia: "Mi mundo lo completaban los pemones, dueños y amantes de la sabana más grande que han visto mis ojos,… un lugar poblado de seres fantásticos..animales que hablan o humanos que se convierten en animales..." Evocaciones de Marijosé, para dar este giro profundo en su voz, sin extraviar este acopio, se levanta en movimiento apasionado hacia su devoto espejo. La palabra se adueña por la arteria urbe donde habita, soplada por el temple del llamamiento aliento, encauzando el recio cuarzo amoroso que sembró en el alma mediante su lazo constante desde el Sur pariendo ahora, ella, al río dentro de otra selva audaz, como una sibila tejedora de la poesía: Bienamada (el amor lo hace)


Bienamada
del
r
í
o
más hombre
hoy sobrevivo pez
de leche
y
miel
en la penumbra
de tu voz
a la vuelta larga
de tu pecho
sólo
d
e
s
e
o
allegarme a tu ser súbito
lamido de mar
misterioso
de manzanas dulces





“Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros”
Roque Dalton


Dejo el caracol abierto a su paso por rosario de luz –lamido de mar-, roce, que van dando la emoción y miramiento de la misma entrega en cada poema de Marijosé ..., que sin recelo entra por otros bosques, en búsquedas intrínsecas: aliento febril, constancia en desvelo cortejo hacia el remolino íntimo, trasladando el rencuentro cada vez más apasionado y nos atrapa atada al cuello del río, génesis de su destello vuelo, de su palabra en un: Sorbo:


Me haces mujer
que sueña arrebatada
al borde de un ángel antiguo
te ganas mi vida
con suspiros de monje
llanto de recién nacido
y
con el gozo de uvas
que labras circular
entre mis senos revueltos
a morir






Siempre
Sencillamente
Milagro Haack
Junio de 2006

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